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42 Pág. Sur-Realidades La casa de los sueƱos

 


—Sí, doctor, creo que sí. El lugar y el tema son básicamente los mismos. Pero lo raro de este sueño es que tiene cierto dinamismo, movimiento, trama si se quiere. Y de a poco se van agregando situaciones y personajes, pero sin que cambie el contexto. No sólo son extraños los sueños en cuanto a su repetición, sino que..., y esto es lo más raro..., son, en cierta forma, complementarios.
—¿Complementarios? ¿A qué se refiere usted?
—Pues, para decirlo de una manera sencilla y clara, son como capítulos de una misma historia.
—Hummm..., interesante. Muy interesante...
—Y otra cosa que me inquieta, es que no sé a que atribuirlos, doctor. Jamás en mi vida pasé por experiencias ni remotamente parecidas a las de mis sueños y además, surgieron así, de golpe, de la nada. No después de algún accidente, situación traumática o problema personal, familiar o laboral. Una noche llegaron a mi mente para instalarse, de un modo podría decir, casi permanente. ¿Qué cree usted que puede ser?
—Oh, para eso es muy temprano aún, mi amigo. Comprendo su ansiedad, pero debemos ir desmenuzando esto lenta y meticulosamente. Deberá contar usted con cierta dosis de paciencia antes de que yo pueda intentar la elaboración de un diagnóstico.
—Comprendo, doctor.
—Ahora, los sueños. Hábleme de ellos, por favor. Trate de ser lo más cronológicamente preciso en cuanto a su aparición y evolución. Es importante. Tómese su tiempo, señor Ronoele. Cuando esté listo, soy todo oído.

El paciente cerró los ojos y permaneció unos instantes en muda concentración. En su mente, separó las imágenes más recientes que iban aflorando de esos sueños y rebuscó profundamente en su compleja maraña de recuerdos, tratando de rescatar su versión primera.

Cuando creyó haberlo logrado, comenzó entonces su relato:

—Creo recordar que la primera vez fue como un reconocimiento del lugar, una visión holgazana donde las personas, si bien presentes, estaban relegadas a un plano secundario. Es una casona antigua, muy vieja, con muchas habitaciones de techos altos dispuestas a lo largo de una galería techada, lindante con el amplio patio. Recuerdo haber tenido, con la absurdidad propia de lo onírico, la impresión de ir recorriendo la estancia flotando muy despacio por sus dependencias. Algo curioso, la puerta principal siempre está abierta, día y noche, dando una tácita bienvenida a todo aquel que necesite entrar.